19 abril 2024

 FACTORES LIMITANTES EN LA PRODUCCION DE HORTALIZAS

(Mercados, Tecnología, Organización de los productores, Falta de gestión, etc.)

En América Latina, el principal productor de hortalizas es Brasil, le siguen Argentina, Chile y Perú.

En América Latina, Chile es el país que lidera las exportaciones, seguido por Argentina, Perú y Brasil. Las exportaciones chilenas de hortalizas han aumentado considerablemente en los últimos años.

Los principales destinos de las exportaciones chilenas de hortalizas son los mercados de Estados Unidos y Europa. Las principales especies en estado fresco que Chile exporta (en número de cajas) son cebollas, ajos y, con una importancia algo menor, espárragos y tomates.

En chile la producción de hortalizas se desarrolla con una distribución geográfica muy amplia, incluyendo zonas desde Arica a Punta Arenas.

Del volumen total producido, un 72% se consume en el mercado interno. Los cultivos hortícolas del país corresponden a un conjunto muy amplio de especies y variedades (aproximadamente 50) que se adaptan a las características agroclimáticas de las distintas zonas y a la estructura productiva del predio donde se cultivan.

Entre éstas, las que ocupan las mayores superficies son tomate, choclo, cebolla, ají, pimenton, zapallo italiano, poroto verde, lechuga, y arveja verde.



En la mayoría de los cultivos hortícolas, los rendimientos promedios son muy inferiores a los rendimientos potenciales. Este hecho, unido a la creciente incorporación de nuevas zonas de producción, exige al rubro un esfuerzo constante por incorporar tecnologías apropiadas a cada especie, variedad y región de producción.

La producción de hortalizas está muy atomizada lo que dificulta la organización de los productores y, por lo tanto, en la comercialización asociada de los productos.

Otro aspecto en el que se advierten deficiencias importantes es la capacidad de gestión del rubro, situación que se manifiesta en la fase productiva y comercial del negocio hortícola. Esto, sumado al bajo nivel de organización para enfrentar los problemas comunes, pone en riesgo el desafió de mejorar la competitividad y avanzar en los procesos de innovación necesarios para consolidar la sustentabilidad del rubro en el tiempo.

La diversidad climática de Chile le otorga la posibilidad de responder a las demandas del mercado con producciones de nuevas especies y variedades. A esta ventaja se suma el hecho de que en Chile la cosecha de la mayoría de las hortalizas se logra con un desfase de seis meses con relación a los países del hemisferio norte, lo que brinda la posibilidad de transar en períodos de contra estación una serie de productos frescos.

Las barreras fitosanitarios naturales del país y el estricto control que ejerce el Servicio Agrícola y Ganadero permiten cumplir de manera rigurosa las exigencias de los organismos homólogos de los países importadores de hortalizas.

Si bien el panorama mundial es alentador, es muy importante para el sector hortícola estar atento al comportamiento y a la dinámica de los distintos mercados para los diferentes productos. En este sentido, el desafío que enfrenta este rubro debe ser capaz de reaccionar en forma oportuna a las exigencias de calidad, diversidad de especies y formas de presentación de los productos.

Hoy en día la producción de hortalizas en Chile se encuentra limitada por una serie de factores que restringen las posibilidades de desarrollo del rubro, lo que imposibilita insertarse de manera más competitividad y sustentable en los mercados tanto internos como externos, entre ellos tenemos:

Factores limitantes en el ámbito del mercado:

El bajo poder de negociación de los productores representa una limitante al desarrollo del rubro por cuanto contribuye a aumentar los niveles de riesgo e incertidumbre que enfrentan los productores hortícolas. En segundo lugar, las demandas de los mercados son cada vez más exigentes en cuanto a calidad, de los productos lo que también limita por las insuficiencias que en esta materia presentan los productos.

En este sentido, la aplicación de normas de calidad debiera contribuir a regular el proceso de producción y a ordenar la oferta, garantizando a los consumidores ciertos niveles de calidad y haciendo posible una diferenciación de precios de acuerdo con esos niveles.

Una de las características más relevantes del rubro hortícola es la gran atomización de la oferta de productos. Cerca de la mitad de las explotaciones agrícolas que existen en el país producen alguna hortaliza cuyo destino es ser comercializada en los mercados cercanos al predio. Esta situación se refleja en la existencia de una gran cantidad de agricultores que producen y comercializan sus productos en forma individual, en la mayoría de los casos en volúmenes reducidos y dispersos.

Actualmente, no existen en el país normas de calidad para los productos hortícola. Lo que existe son apreciaciones de calidad subjetivas para ciertas especies (por ejemplo: productos de primera y de segunda, entre otras categorías).

       

 

La inexistencia de normas de calidad es un factor que contribuye a que el mercado interno, donde se comercializa una porción muy mayoritaria de las hortalizas producidas, sea poco transparente, ya que no permite distinguir y premiar con distintos mecanismos (por ejemplo, un mejor precio o la posibilidad de acceder a mercados más exigentes) a aquellos productos en los cuales se han invertido más recursos para obtener una mejor calidad de acuerdo con estándares normalizados.

La inexistencia de tales normas, por otra parte, limita y retrasa las transacciones debido a que el comprador requiere revisar visualmente el producto antes de cerrar al negocio, para asegurarse de que su calidad corresponde efectivamente a lo que el productor dice estar ofreciendo, proceso que podría ser mucho más ágil y de menor costo si la calidad del producto estuviese respaldada por la tipificación establecida en una norma.

De manera similar, desde el punto de vista del consumidor, la inexistencia de una norma le hace imposible elegir un producto de acuerdo con una indicación explícita de su calidad y lo obliga a hacer su elección guiándose únicamente por la observación visual. Esta deficiencia también restringe las posibles compras intangibles, ya sean por catálogo o por medios virtuales.

Por otra parte, es posible prever que se producirá a futuro una mayor oferta de productos, por sobre el nivel demandado, como resultado de la posibilidad de mejorar el nivel tecnológico aplicado en la producción de hortalizas, con el consecuente aumento de los rendimientos y de la producción, y la posibilidad de disminuir las pérdidas de productos en las etapas de postcosecha.

Para hacer frente a este aumento esperado de la oferta, es necesario desarrollar la demanda interna, orientándola hacia una mayor diversidad de productos hortícola; pero aun así, es previsible que el mercado interno no sea capaz de absorber el crecimiento de la oferta, de modo que será preciso orientar los excedentes hacia los mercados internacionales.

Otra dificultad es la alta perecibilidad de la mayoría de los productos hortícola en estado fresco, que limita las posibilidades de exportar hacia mercados de destino lejanos. En el mismo sentido, la heterogeneidad de la calidad de los productos y la falta de tecnologías que mejoren las deficientes condiciones de postcosecha, dificultan la exportación de productos hortícola hacia mercados con altas exigencias de calidad.

Por último, el sector hortícola nacional desconoce, en general, la información sobre las oportunidades que ofrece el mercado externo, lo que le impide aprovechar las demandas por productos determinados en el momento apropiado.

Factores limitantes en el ámbito tecnología y de producción:

El rubro hortícola presenta en general un nivel tecnológico deficiente, que se manifiesta en las distintas etapas del proceso productivo y que limita sus posibilidades de entregar una oferta de calidad adecuada y homogénea, con una mayor diversificación en cuanto a especies y variedades, con tecnologías apropiadas a las distintas condiciones agroecológicas donde se desarrolla la horticultura con un manejo de postcosecha y una presentación que respondan a los requerimientos de los consumidores.

 

La carencia de un nivel tecnológico adecuado a las exigencias de los mercados a los cuales es posible acceder, se manifiesta también en el bajo valor agregado de la producción y en los efectos medioambientales negativos que la producción de hortalizas puede tener en algunos sectores.

Asimismo, los niveles de productividad, y por lo tanto la rentabilidad del rubro, se ven afectada por las limitaciones tecnológicas.

Entre sus principales causas, esta situación se origina en las deficiencias que hoy existen en materia de transferencia tecnológica y capacitación de los productores, técnicos y profesionales que se desempeñan en las distintas etapas del proceso productivo, así como también en la necesidad de ampliar la investigación de tecnologías de producción.

La calidad de los productos también se ve afectada, lo que se refleja en los bajos precios obtenidos. Un ejemplo de la deficiente utilización de los recursos, como consecuencia del bajo nivel tecnológico, es el hecho de que en Chile se pierden cada año productos hortícolas equivalentes a la producción de 20 mil hectáreas, debido a deficiencias en las etapas de cosecha, acondicionamiento y comercialización.

Insuficiente capacitación en tecnologías de producción:

Por otra parte, la oferta de capacitación entrega conocimientos de carácter muy teórico o de difícil aplicación, lo que induce a que el productor no adopte los conocimientos recibidos y los esfuerzos por capacitarse se diluyan.

A lo anterior se suma la carencia de especialistas, tanto profesionales como técnicos, con experiencia afectiva en el proceso productivo hortícola, situación que dificulta la entrega que ellos puedan hacer de conocimientos y experiencias a los productores, de manera de fortalecer la capacidad de éstos de generar productos de calidad con el valor agregado que exigen los mercados.

Actualmente, la transferencia de los resultados de la investigación en horticultura es insuficiente en cantidad, ya que abarca a una proporción muy pequeña del total de horticultores del país. Las acciones de transferencia tampoco responden de manera específica a las condiciones particulares en que se desenvuelven los productores de las distintas zonas, lo que deriva finalmente en que el productor desconozca las tecnologías apropiadas para obtener resultados productivos que le permitan permanecer y consolidarse en el rubro.

Entre las limitaciones que afectan la transferencia tecnológica pueden mencionarse el carácter excesivamente teórico que en ocasiones tienen estas acciones, o bien el hecho de que entreguen contenidos aislados referentes al proceso productivo o de comercialización, en lugar de abordar el proceso completo en forma integral.

Asimismo, contribuyen a estas deficiencias la inexistencia de un número adecuado de extensionistas especializados en materias hortícolas, la aplicación de metodologías que no son siempre las más apropiadas y el hecho de que los propios productores que son destinatarios de estas acciones muchas veces no valoran adecuadamente la transferencia tecnológica ni tienen claridad sobre el impacto que ella puede tener.

 

 Insuficiente investigación en tecnologías de producción:

La creciente incorporación de nuevas zonas de producción hortícola a lo largo del país requiere que en forma permanente se investiguen las tecnologías apropiadas a cada especie y variedad y a las distintas regiones de producción, esfuerzo fundamental para apoyar el proceso de innovación que requiere el rubro.

Hasta ahora se han realizado esfuerzos importantes en el desarrollo de tecnologías para la producción y manejo de un gran número de especies hortícola. Sin embargo, este esfuerzo no ha sido suficiente, considerando las demandas tecnológicas que enfrenta el rubro para poder responder a los altos niveles de competitividad, el fuerte dinamismo y las crecientes exigencias de calidad de los mercados externos.

Bajo nivel de organización de los productores hortícolas:

La carencia de un desarrollo organizacional adecuado, se traducen en la práctica en que persiste la situación de bajo poder de negociación de los productores al momento de transar sus productos y/o insumos.

Asimismo, sin que se pueda generalizar, puede afirmarse que ciertas características muy extendidas entre los propios productores dificultan la individualismo, la falta de confianza tanto en el trabajo asociativo como en la administración de los negocios asociativos, el desconocimiento de las ventajas que ofrece la asociatividad y las experiencias negativas que muchos de ellos pueden tener en esta materia.


Falta de capacidad de gestión en el sector:

El rubro hortícola enfrenta el desafió de mejorar su nivel de competitividad a través de una mejor gestión a lo largo de todo el proceso productivo y comercial, aspecto en el cual presenta aún deficiencias.

En la mayoría de los productores y comercializadores que conforman el rubro poseen un incipiente desarrollo de su capacidad de gestión; se desconoce lo que es la gestión en su sentido más amplio como herramienta fundamental para desarrollar la competitividad y se desconocen también instrumentos y técnicas específicas de aplicación.

Esto se traduce, por ejemplo, en el hecho de que la gran mayoría de los productores no realiza una planificación de la fase productiva y comercial, lo que afecta su rentabilidad y su competitividad.

Por otra parte, en la fase productiva del negocio agrícola, muchos agricultores no llevan registros de los eventos técnicos y económicos que ocurren en la producción, administración y comercialización de los productos. Esto les impide conocer con detalle su estructura de costos lo que, sumando a la falta de planificación, hace que sus resultados técnicos y económicos se produzcan en un escenario de alta incertidumbre y riesgo.

En el aspecto comercial, el productor hortícola se enfrenta normalmente al mercado sin una estrategia comercial definida, lo que agudiza su bajo poder de inserción y negociación con los poderes compradores y limita su capacidad de competir y de encontrar un espacio estable en los mercados.

Esta situación se ve acentuada en la medida en que el productor tiene dificultades para interpretar la información o bien no valoriza la importancia que ella tiene para la toma de decisiones.

Por otra parte, la posibilidad de optimizar los recursos y racionalizar las acciones tendientes a fortalecer la horticultura, se ve dificultada también por el insuficiente grado de coordinación y articulación ente las diversas instancias de apoyo estatal al rubro hortícola, tanto nacional como regional.

Falta de información para el apoyo en el proceso de toma de decisiones:

El rubro hortícola nacional enfrenta actualmente una deficiencia respecto de la disponibilidad de información técnica y de mercado, tanto interno como externo. Esta situación dificulta la toma de decisiones por parte del productor en todos los aspectos relativos al proceso productivo y comercial, lo que aumenta el riesgo de la actividad.

Entre las diversas causas que originan esta situación pueden destacarse el hecho de que la información presenta problemas en su grado de difusión y accesibilidad; que cierta información está disponible, pero no lo suficientemente desagregado o adecuadamente analizada, lo que limita su uso; que la información muchas veces no es oportuna para apoyar la toma de decisiones importantes.

La falta de acceso a la información técnica limita sustantivamente las opciones de mejoramiento del manejo agronómico y la adopción de innovaciones tecnológicas a las que el horticultor puede optar para mejorar su productividad.

Actualmente, la mayor cantidad de información tecnológica disponible en el país está en manos de centros de investigación y universidades, cuyos sistemas de difusión hacia los productores requerirían ser fortalecidos. Otra porción de esta información es de propiedad de empresas privadas, que la conciben como un factor de competitividad y por lo tanto, no da difunden hacia el resto del sector productivo.

En materia de información de mercado, los productores no tienen acceso oportuno a antecedentes sobre tendencias de precios a nivel mayorista y minorista, intenciones de siembra de la temporada siguiente, volúmenes importados y exportados y oportunidades de demanda por algún producto determinado.

Alguna de esta información (como las tendencias de precios), si bien se encuentra disponible en fuentes de acceso público, no es regularmente consultada por los productores, ya sea porque ellos tienen escaso acceso a esas fuentes o bien porque muchos no valoran adecuadamente la utilidad de la información.

 

Como resultado de la situación antes descrita, los productores enfrentan una situación muy desfavorable, ya que no poseen toda la información necesaria para decidir qué producir, cuanto producir y para quién producir, y se encuentra en una condición de desigualdad respecto a otros agentes del mercado, especialmente en las etapas de comercialización de sus productos.

En cuanto a los mercados externos, es poco difundida y en forma focalizada, información tan fundamental como las oportunidades, condiciones y restricciones de acceso a ellos.

Esta limitación, en primer lugar, impide que se aprovechen las ventajas y las oportunidades que ofrecen estos mercados y, en segundo lugar, inhibe la posibilidad de que los productores cumplan las condiciones para que sus producciones sean orientadas a los mercados externos.

Fortalecer los sistemas de trazabilidad; garantizar la inocuidad de los productos y diversificar la oferta de procesados, son algunos de los desafíos que tiene por delante el sector hortícola nacional para asegurar su competitividad futura.

La trazabilidad e inocuidad de los productos aparece como uno de los temas más débiles del sector. Se plantea que para fortalecerlas es indispensable realizar actividades que tiendan a establecer múltiples puntos de monitoreo en la cadena de comercialización; determinar protocolos para ello; fortalecer el manejo integrado de plagas para disminuir la cantidad de residuos de pesticidas en el producto; utilizar agua limpia para el riego; mantener altos estándares de higiene en el personal que está en contacto con los productos y establecer certificaciones para garantizar cumplimiento.



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